Subo en espirales
llenos de buenas intenciones
que pellejan mi cuerpo
y lo trascienden.
Atrapada en mi respiración
va la tuya.
Cada concepto vuelve,
energía que crece
en repetido movimiento.
Con el calor de mis manos
busco tu cura
y agradezco tu nacimiento,
divino resplandor de las entrañas
nacidas de mis entrañas.
Reconozco las enseñanzas verdaderas
sembradas por tu compañía.
Nombro mis dioses,
blancos extraños de luz,
y quema el calor de mis manos
mientras trato tus males.
Subo en remolinos perfectos
hasta que mi aura
estalla
en un incendio de impaciencia.
en un incendio de impaciencia.
Pero hago oraciones
y me concentro en la cuestión infinita.
Trasmigro y me convierto en universo
en materia y espacio,
en espíritu y átomo.
Voy saliendo de mí:
entro a las cavernas oscuras de tu alma.
y prendo fogatas tibias
para curar tus miedos,
frenar tus incertidumbres,
dar impulso a tu vida…
Y al anudar mis ataduras de plata
te devuelvo al concierto cotidiano
de ritos y costumbres repetidas.
¿Cuánto quedará de tus oposiciones?
¿Cuánto quedará de mi lucha eterna?