Dimensiones fluctuantes,
mundos enfrentados
en un solo mundo,
facciones que litigan,
-derechos mal habidos-
por el poder
y tanto.
A veces me pregunto
si además de la guerra,
de la destrucción,
y muy a pesar y en contra
del desentendimiento,
los desacuerdos y las pobrezas…
A veces me pregunto
por qué
insiste en reaparecer
y sobrevive
esta certeza:
Se puede también
construir el universo
en cada acercamiento,
en cada conexión sincera,
en cada mano abierta.
A veces me pregunto
cómo andarán aquellos
que salen caminando
sobre los hilos flojos
de las tramas sociales,
prescindiendo
de las buenas compañías…
Cómo andarán
suicidas de ciudades,
sin saludos,
ni miradas.
Sin palabras,
ni reverencias.
Sin pedidos de auxilio,
ni muchas gracias.
A veces me pregunto
cómo construye el universo
una por una,
urdimbres y tramas
que surcan espacios comunes
viajando por los hilos invisibles
del afecto.
Una por una,
redes sagradas,
encuentros pequeños,
llegadas al otro,
el corazón replegado,
los brazos abiertos.
La mirada del otro
en los ojos atentos
y las manos prontas
a una sociedad anónima
sin reclamo, ni miedo.
A veces me pregunto
cómo hace el universo
para regocijarse
y trasmutarse uno
en ese instante único:
en la situación amorosa,
divino paisaje del encuentro.